Los sistemas de purificación de agua han transformado la forma en que accedemos al recurso más importante para la vida: el agua potable. Ya sea en el hogar, una industria o un negocio, los purificadores juegan un papel esencial en eliminar microorganismos, metales pesados, cloro, sedimentos y otros agentes nocivos. Sin embargo, su efectividad está directamente relacionada con una práctica muchas veces ignorada: el mantenimiento preventivo y correctivo.
¿Por qué es importante el mantenimiento en un purificador de agua?
Un sistema de purificación funciona a través de diferentes etapas: filtración, retención de sólidos, eliminación de químicos y desinfección. Cada una depende del buen estado de sus componentes (como filtros, membranas y lámparas UV) para operar correctamente. Con el paso del tiempo, estos elementos acumulan residuos y pierden efectividad, lo que puede transformar el purificador en una fuente de contaminación.
No dar mantenimiento oportuno no solo reduce la calidad del agua, sino que puede generar una falsa sensación de seguridad, exponiendo a los usuarios a riesgosinvisibles.
Principales contaminantes que se generan por falta de mantenimiento
Bacterias y microorganismos
Los filtros, especialmente los de carbón activado o sedimentos, pueden convertirse en ambientes propicios para el crecimiento bacteriano si no se reemplazan con frecuencia. Las bacterias como E. coli, Legionella y Pseudomonas pueden colonizar los conductos y filtros del purificador, representando un grave riesgo para la salud.
Además, si el sistema cuenta con lámparas UV para desinfección y no se verifica su funcionamiento (o no se reemplazan cuando pierden intensidad), el proceso de eliminación de microorganismos puede fallar completamente.
Moho y hongos
La humedad constante dentro del sistema puede provocar la aparición de moho o esporas fúngicas, especialmente si el equipo no es limpiado ni secado adecuadamente. Esto es especialmente común en equipos mal ventilados o ubicados en ambientes húmedos.
Acumulación de metales pesados
Filtros desgastados o en mal estado pierden su capacidad de retener metales como plomo, mercurio, arsénico o cadmio. En lugar de ser retenidos, estos elementos pueden pasar al agua que se consume, generando acumulación en el cuerpo humano con consecuencias graves a largo plazo.
Sedimentos y partículas
Con el tiempo, los filtros de sedimentos se saturan, permitiendo que arena, polvo, óxido o partículas microscópicas lleguen al agua potable. Esto puede afectar tanto el sabor como la apariencia del agua y causar daños en equipos que usen esta agua posteriormente.
Malos olores y sabores
El carbón activado es uno de los elementos más comunes en los purificadores, ya que elimina compuestos orgánicos que afectan el olor y sabor del agua. Sin mantenimiento, este filtro puede saturarse y no solo dejar de eliminar olores, sino incluso desprender compuestos que generen sabores desagradables.
Riesgos para la salud por consumo de agua contaminada desde un purificador sin mantenimiento
- Gastroenteritis: causadas por bacterias o virus que no fueron eliminados correctamente.
- Infecciones urinarias o respiratorias: relacionadas con microorganismos como Pseudomonas.
- Enfermedades crónicas: por exposición prolongada a metales pesados.
- Reacciones alérgicas: por hongos o moho presentes en los filtros.
- Debilitamiento del sistema inmunológico: en personas vulnerables como niños, adultos mayores o pacientes inmunodeprimidos.
¿Cada cuánto debe hacerse el mantenimiento?
El mantenimiento varía según el tipo de equipo, uso y condiciones del agua de entrada. Aun así, se recomienda la siguiente periodicidad general:
- Cambio de filtros de sedimentos: cada 6 meses.
- Cambio de filtros de carbón activado: cada 6 meses.
- Revisión y cambio de lámpara UV: cada 12 meses.
- Revisión de membrana de ósmosis inversa: cada 2 años (dependiendo del uso).
- Análisis bacteriológico del agua tratada: cada mes o cada vez que haya cambios en el sabor/olor del agua.
- Limpieza interna: mínimo cada 3 meses, o al detectar signos de obstrucción o mal funcionamiento.
Mantenimiento profesional vs. mantenimiento básico
Si bien los usuarios pueden hacer tareas básicas como revisar el flujo del agua o cambiar algunos filtros, es recomendable realizar mantenimientos más profundos con un técnico certificado al menos una vez al año. Un profesional puede desarmar y desinfectar el sistema, revisar el estado de válvulas, presiones, fugas y calibrar parámetros técnicos que garanticen el óptimo funcionamiento del equipo.
Casos comunes de negligencia
Uso excesivo del mismo filtro: muchas personas extienden el tiempo recomendado para cambiar filtros para “ahorrar dinero”, sin darse cuenta que están comprometiendo su salud.
No hacer análisis bacteriológicos del agua tratada: el agua puede verse clara y tener buen sabor, pero aún así estar contaminada.
Desconocimiento del tipo de mantenimiento que requiere su equipo: por falta de capacitación o mala información del proveedor.
Cómo garantizar un mantenimiento adecuado
Solicita una póliza de mantenimiento al adquirir tu equipo.
Documenta la fecha de cambio de cada filtro y repuesto.
Capacita al personal encargado del equipo sobre señales de alerta y procedimientos de mantenimiento básico.
Confirma que las refacciones utilizadas sean originales y de calidad.
Monitorea constantemente el comportamiento del agua tratada.
Un purificador de agua debe garantizar seguridad, no riesgos. Invertir en mantenimiento es proteger tu salud, la de tu familia o la de tus clientes. Los contaminantes generados por falta de mantenimiento no solo afectan la calidad del agua, sino que pueden tener consecuencias graves a nivel sanitario.
Si ya cuentas con un sistema de purificación, asegúrate de mantenerlo en condiciones óptimas. Y si estás por adquirir uno, elige un proveedor que también te acompañe con soporte técnico y mantenimiento profesional.
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